En el marco de las Jornadas Regionales de Derechos Humanos que organizó SUTEBA Junín, el Espacio Carta Abierta Junín invitó a participar del panel de "Derechos Humanos y Coyuntura Política" a los Diputados Jorge Rivas y Ariel Basteiro del Partido Socialista.
Frente a un buen marco de asistentes ambos diputados tuvieron la oportunidad de expresar sus ideas sobre el tema y contestaron preguntas de los asistentes.
Rivas utilizó un sistema de software especial para que el auditorio pudiera oir su mensaje de casi 10 minutos, preparado especialmente para esta oportunidad. Destacó la importancia de seguir en la lucha por esclarecer los crímenes de la dictadura y reflexionó acerca de los partidos de centro izquierda e izquierda, sobre el individualismo y el egoísmo que llevan a divisiones internas que luego se pierden en un simple pliego de la historia.
Fue un evento cargado de emotividad, puesto que Jorge Rivas es la primera vez que vuelve a la ciudad de Junín luego del asalto que sufriera en 2007.
SUTEBA Junín agradeció a Carta Abierta Junín la participación en las Jornadas (que a primera hora de la tarde contó con la presencia de Estela de Carlotto) y asu vez el Espacio Carta Abierta reconoció la colaboración del juninense Juan Manuel Sequeira, quien es secretario privado de Rivas y facilitó que esta participación fuera posible.
La desgravación del discurso de Jorge Rivas:
Bueno, primero quisiera agradecer a los organizadores por la invitación.
Después, yendo al tema de derechos humanos y coyuntura, debo decir que la problemática va variando segúnlas distintas etapas políticas que hemos vivido desde el final de la última dictadura.
Etapas de avance, retroceso y amecetamiento.
Hoy creo que vivimos una etapa de profundización y avance, no sólo porque hemos podido remover algunos importantes obstáculos que nos han permitido avanzar en la verdad y la justicia sobre los delitos de lesa humanidad producidos en la última dictadura cívico militar, sino por la existencia de un discurso oficial proclive al esclarecimiento de la verdad, que influye sobre la conducta de los otros poderes del estado y de la sociedad.
Mucho es lo que se ha avanzado, pero sería necio negar que es mucho lo que aún nos falta para vivir una sociedad plenamente justa.
Creo que es bueno, aunque ustedes ya lo sepan, poner énfasis en el dato de la importancia superlativa del factor económico en la instrumentación de un plan sistemático de desaparición y muerte para generar terror y desmovilización en nuestra sociedad, para desplegar sin resistencia un plan de optimización de la renta a través de una fabulosa concentración económica, produciendo una de las más fuertes exclusiones sociales que se conozcan en la historia de nuestro país. Y creo que debe ponerse acento en el factor económico para entender las verdaderas causas de la última dictadura y tratar de entender la conducta de varios políticos hoy.
Pues, si en los setentas, el poder económico concentrado se sirvió de la institución militar para defender sus privilegios, hoy, podemos decir que actúan más sutilmente, corrompiendo políticos inescrupulosos o valiéndose de los que incautamente le son funcionales a la defensa de sus intereses.
Es decir, que arrastramos secuelas de la dictadura que no se agotan en los delitos de lesa humanidad, sino que hoy se traducen en, miseria, baja calidad en salud y educación públicas, en seguir haciendo de las cárceles depósitos de pobres, en el abuso policial y otras faltas de garantías, que deben también ser causa de nuestra militancia de hoy, en la defensa de los derechos humanos.
Para lo cual, es elemental, institucionalizar una fuerza que nos permita construir una sociedad justa, ya que el enemigo no paró de trabajar en el 83, sino que continuó socavando las instituciones de la democracia, y fue en la década del 90 que reformó la constitución, elevando al rango constitucional el sistema de partidos políticos y le dio a estos el monopolio de la representación popular.
Paralelamente fue la década del Consenso de Washington, fin de las ideologías y una extraordinaria práctica expulsiva de militantes de los partidos populares, ya que estos eran portadores de demandas sociales, que sus dirigentes no estaban dispuestos a escuchar, ya que se habían convertido en pulcros técnicos, que bien podrirían mimetizarse con cualquier gerente de una multinacional, que sólo estaban dispuestos a administrar eficientemente la miseria de acuerdo a la lógica del dios mercado
Pues bien, debemos decir que en esta etapa, algo las cosas han cambiado, en parte, gracias a la impronta del gobierno, y en parte, gracias a la movilización popular, y el cambio fundamental se debió a volver a poner a la política en el lugar decisorio, desplazando a la economía, más exactamente al liberalismo económico del lugar sagrado que había detentado en las últimas décadas. Y también, puso en evidencia el agotamiento de las fuerzas tradicionales, las que se han mostrado impotentes para la construcción de un sujeto social, capaz de empujar un programa de avanzada y nos va concientizando, acerca de la necesidad de poner toda nuestra energía militante, en la construcción de nuevas y modernas herramientas políticas que transformen la realidad, en un sentido de progreso.
Es decir, que nuestra fragmentación, atomización , y lo que podríamos denominar, cuentapropismo del reclamo, fruto de nuestra insoportable intolerancia y estupidez, de las mujeres y hombres del campo popular con nuestra tendencia a sobreactuar las diferencias , en vez de agruparnos en defensa de intereses comunes, entendiendo que la pluralidad de lo diverso es nuestro principal capital, ya que es la unidad en la diversidad, lo que nos dará la fuerza suficiente para poner en retroceso a las fuerzas de la reacción.
Es decir, que atravesamos un tiempo en el que luchamos por volver a tornar en derechos lo que el neo liberalismo tornó servicios, a los que sólo acceden los que pueden pagárselo, por lo que la salud, la educación, la justicia, y hasta la seguridad fue en los 90 convertido en objetos suntuarios, al que podían acceder muy pocos y es un enorme legado de más de 30 mil compañeros desaparecidos, volver a hacer de cada derecho, motivo de militancia.
Creo que ejercitar la memoria sobre lo ocurrido, en una sociedad peligrosamente desmemoriada, es el único antídoto para evitar que el horror se repita entre nosotros. Por último, creo que hemos dejado atrás un siglo muy rico, en el que se avanzó en importantes declaraciones y sanciones legislativas, que han sido muy útiles para concientizar a la sociedad en la necesidad de universalizar la vigencia de los derechos humanos, ahora el desafío que tenemos por delante y que va a requerir toda nuestra energía militante es, hacer que todas esas declaraciones, se cumplan efectivamente en nuestra realidad cotidiana.
Sabemos que el trabajo es complejo, pero somos optimistas, porque también sabemos como nos enseñó Gandhi, que la única lucha que se pierde, es la que se abandona, y nosotros no estamos dispuestos a abandonar.
Gracias.